sábado, agosto 10, 2013

Corre, día, que las horas te atropellan

Charles Ginner "Through a Cottage Window,
 Shipley, Sussex" (c. 1930)
Antes del alba, la voz ya era inaudible.
Durante las primeras luces, la boca se volvió intangible.
Luego de la siesta, los ojos se tornaron distantes.
Al final del ocaso, los cuerpos se volvieron inexistentes.

Anochecer lento, desasosegado y lánguido.
Atardecer pasajero, nefasto y sórdido.
Amanecer huidizo, taciturno y lacerante.
Medianoche efímera, codiciosa y asfixiante.

Inevitable aquel día.
En el olvido el pensamiento se perdía.
Incierto el resto de sus vidas.
El viento se llevaba ya las palabras escondidas.

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