John Locke. Painting: Girlhood by Rae Sloan Breding |
No fue sino verlo para darme cuenta que lo había soñado toda la vida. La brisa
de aquel día era diferente. No era fresca ni calurosa. Era casi perfecta para
hacer de dos personas dos enamorados. Casi.
Lo
soñé toda la vida, a usted. Podría agradecerle a Dios, al Universo, a quien
fuera, por haberlo encontrado. Sin embargo, sólo agradecí por haberlo visto. No
fue más. Sólo lo vi, y confirmé que usted era el de mis sueños tiernos y
románticos.
Estaba
tan perfecto, siempre igual que en mis sueños. Nada pasaba por usted, ni los
años, ni las nostalgias, ni las alegrías. Nada. Usted estaba intacto. Yo,
en cambio, estaba maltratada por la vida. Mi corazón ya no se encendía por las
pequeñas esperanzas que surgían para amar. No. Ya estaba casi muerto.
Devastado. Sucio. Gris. No obstante, usted le dio vida. De inmediato toda la
felicidad volvió a mi corazón, como un perro con la cola entre las patas.
La
brisa aún entraba por la ventana. Todavía estaba mareada ante tanta alegría
acumulada en mi ser. Y, aunque usted esté muerto ahora, puedo tener esta fotografía
conmigo, que mantendrá su imagen fija, perfecta, por siempre.
0 comentarios:
Dí lo que piensas...