sábado, enero 25, 2014

Noches sin sueños

Edvard Munch, Girl Looking out the Window,
oil on canvas, c. 1892
Ayer pasó por última vez el vendedor de sueños. Yo le decía a mi perro que eran puras pendejadas, que los sueños no se vendían, bastante difícil era tener uno hoy en día. Él me miraba con ojos de no saber nada, pero parecía asentir brevemente. Salí porque esta vez nadie se había acercado a la bicicleta vieja y ruidosa del niño. La cuadra estaba desierta y el calor me hizo humedecer la frente. -¿Y la clientela?- le pregunté al pequeño de cara tostada. -Ya han comprado todos, sólo falta usted, ¿o es que le sobran?- respondió. El asunto es que no me sobraban, no tenía, desde que tengo memoria mis noches habían pasado como un parpadeo oscuro y fugaz. Me pregunté si mi perro soñaba, pero tenía ojos de no saber nada. -¿Qué sueño me vende?- la curiosidad me hacía cosquillas en la cabeza. -El que usted quiera, no es sino que me diga si quiere uno feliz, triste, tenebroso, pacífico, el que quiera-. Le pregunté que quién querría comprar un sueño triste y me dijo mientras organizaba frascos en la canasta que a veces uno era tan feliz que hacía falta un poquito de tristeza para que se sintiera real. Estaba a punto de caer en aquella locura colectiva. La curiosidad mató al gato, Susanita, me dije, pero yo no era gato y soñar de vez en cuando no era pecado. -¿Cuánto vale uno feliz?- el perro ya estaba dentro de casa. -Diez años de felicidad- lo dijo igual que si hubiese dicho “hoy hace sol”. -¿Por un mísero sueño?- grité. -No es un mísero sueño, sino uno feliz, y lo más importante: es un sueño y usted tiene cara de no haber soñado nunca. Piénselo-. Diez años de felicidad por una noche de mentiras. ¿Qué haría mi perro en este caso?, seguramente movería la cola y pare de contar, tenía ojos de no saber nada. El niñito, que mirándolo detalladamente parecía más un enano viejo, limpiaba frasquitos de sueños sin afán. Qué habrían dado mis vecinos por soñar una noche, ¿Diez años de felicidad? ¿Veinte años de amor? Incluso, habrían vendido la misma noche para soñar con la luna. Sin embargo, yo no vendería la noche, sólo una felicidad que no conocía. Qué más daba, no perdería nada, en lugar de eso, ganaría. -Démelo- dije decidida. -Bueno, no es sino que se beba esto antes de dormir y ya está-, me pasó el frasco y se subió a la bicicleta que sonó como si se fuera a desbaratar- Y linda noche.

Susanita siempre me mira como si yo no supiera nada. Pero sé, no es sino que me regale un poquito de voz y le digo sus cosas. Desde las diez de la noche está mirando un frasco. Susanita tiene el cabello de color cielo nocturno sin estrellas. Me gusta saber que soy su único amigo, aunque es algo triste de veras, como Susanita: muy triste, pero muy bella, pero muy, muy triste sobretodo. Dios mío bendito, ojalá no se beba eso, se pone rara cuando bebe cosas y cuando no, también está rara. No conmigo, claro, ella me sigue acariciando y mirándome como si no supiera nada. Sin embargo, no sale de casa, camina como ciega, huele a cosas que no son de este mundo y dice cosas bien extrañas. Yo digo que no falta nada para que se nos vaya la Susanita… Hombre, se lo tomó, si me acuesto a su lado a lo mejor lo pasa bien.
Ella tiene ojos cansados aun mientras duerme, pero su respiración es tranquila, su pecho va y viene lento.
Susanita está fría, seguro que sueña con el río, aunque nunca ha ido. Susanita sueña y se ve hermosa, sueña y sus ojos ya no parecen tan cansados, sueña, sueña sueña sueñasueña. A lo mejor fueron diez años de sueño por uno de felicidad. A lo mejor eso de los sueños es puro cuento. A lo mejor la curiosidad mata gatos y una que otra persona.

jueves, enero 23, 2014

La noche

Robert Weaver

La noche es perfecta para el insomnio. Un par de gotas de noche en cada ojo para llorar un rato, para mirar al cielo que parece más mar profundo, para escribir pequeños textos de amor o de soledad. La noche está para sentir miedo de la oscuridad, sentir miedo de alguien cerca o para necesitar a alguien. La noche y su ciudad con luces y ruidos, con canciones interminables, vasos largos, platos grandes y faldas cortas. La noche es del enamorado que no duerme pensando en su amada, o del gato que anda de ojos brillantes, o de la mujer que huele a cigarrillo, o del que lee con café en boca. Después de unas cuantas noches se empiezan a entender las estrellas o los murciélagos que pasan. Quizá también se entiendan los poemas abstractos o se recuerde un viejo amor. La noche cae a la lengua como un trago fuerte para algunos, para otros es una menta que refresca hasta el último pelo. Creo que los besos son más deliciosos de noche, cuando las luces monas iluminan los rostros y hasta una que otra alma, los besos y la noche, la noche mezclada con un poco de sueño, de calor y de perfume. Los besos saben a cigarrillo y chicle, o mejor: a pasión latente. Los carros pasan junto con la noche y su luna, las miradas se juntan, a veces, para revolver el vientre de algunos o para andar con sonrisa a bordo. La noche es de los gatos pardos que cruzan la carretera sin peligro, la noche es de mis letras y mi voz.

viernes, enero 10, 2014

Para viajar

Henri Matisse


Para viajar algunos prefieren el vuelo
El olor del café caliente y las nubes frías fuera
Los sencillos irán por tierra
Caminando o en bicicleta
Pateando piedritas y arrancando flores
Otros más ostentosos viajarán en cohete
A una luna que no es de poetas
Y observarán el universo sin hallar satisfacción
Están también los que van en auto
Y miran praderas por la ventana
Mares bosques pueblos por la ventana
Sin embargo hay quienes prefieren el método más simple
Están los que prefieren  la mirada del amante

miércoles, diciembre 18, 2013

Mujercita

Childe Hassam - Nocturne, Railway Crossing,
Chicago [1893]

Verte es pensar en nubes de colores. Acordarse raramente de Janis Joplin, de su cabellera de color indeciso como tu mirada. Uno te ve y quiere acostarse en el pasto, aunque el cuerpo pique luego, aunque las hormigas duelan y los mosquitos le declaren guerra a mis brazos blancos. Verte es escuchar canciones que nadie escucha, canciones viejas, olvidadas como antiguas memorias, cumpleaños, navidades. Escuchar voces desgarradas de tiempos anteriores, voces de viejos artistas, tomadores compulsivos, drogadictos, marginales, pero románticos. Verte, verte, verte, no verde, sino verte. Verte amarilla, roja, gris, purpura, sombrero, mantequilla, zanahoria. Verte es pensarlo todo en un segundo, verte es beberlo todo, olerlo, sentirlo, verlo todo. Beber las gotas de mañanitas tempranas. Oler el aliento de té de tu boca, o de cerveza, o de agua. Tu aliento de mujer, mujercita, mujercita única. Casi tan única que da asco, que confunde, que enloquece, priva, enamora. Verte es decirte Hola en la mente, Estás muy bella, muy preciosa, muy única, muy todo, decírtelo todo en la cabeza, pensarlo nada más y no atreverse. Verte es voltear la cabeza como quien pierde una pelea y dejarte de ver. Verte es despedirse Chao, usted me recuerda a Joplin, e irse para no volver a verte. 

domingo, diciembre 08, 2013

Lo escrito

Les Deux Saltimbanques (Arlequin et sa Compagne)
Pablo Picasso

“Despreciable seeeer…” así cantaba la muchacha de la banda de punk a la que estaba escuchando. La violencia del ritmo y la voz dulzona de aquella pelinegra me parecía una mezcla magnífica.
Sí, estoy sola, frente al portátil, escuchando música y moviendo la cabeza de vez en cuando.
Soy una persona solitaria, melancólica a ratos, romántica a escondidas, rabiosa una vez al mes, chistosa con quien lo merece, lujuriosa cuando quiero. Hoy, hoy estoy amando a alguien de mentiras. Es de mentiras este individuo. Lo conozco por sus letras, por lo que ha escrito de mí y lo que habla por escrito. He leído a Benedetti, a García Márquez, a Caicedo, a Sabines, a quien quiera, pero este sujeto me ha escrito a mí y lo he leído. Este tipo que nunca escribe, que casi no habla, que ve porque no es ciego, me ha escrito sin pensarlo dos veces y me lo ha regalado dudándolo, quizá agarrándose el pelo después, comiéndose las uñas hasta sangrar. Quizá arrepentido, avergonzado de haber dejado sus mariposas en mi red. Ha dicho que mejor no lo lea, que mejor lo olvide, que lo rasgue, que lo queme. Y yo lo he leído, y releído y leído nuevamente días, semanas, meses después. Como leyendo el clímax de un libro, con el corazón a mil y tratando de tragarme las letras con los ojos.
Me he enamorado, pero de ese texto, de la desnudez de lo que siente, de cómo lo dice; no de él, no del tipo detrás de la hoja, no del que coge el lapicero, no del que siente esas pendejadas, ese enjambre de avispas que hacen cosquillas al principio, pero luego te pican hasta que se mueren. Sentí rabia o, tal vez, una tristeza sin fondo de no corresponderle la tesis de su texto, del salvaje pedazo de papel que me había regalado. Me limité a decirle que estaba muy bonito, nada más, nada de esperanzas. Muy bonito (muy inmenso, muy intenso, muy sincero, muy profundo, muy real, muy mío y suyo). 
“A romper las telarañas de tu corazón…” canta el tipo de acento español, vos grave y desgarrada. Una delicia. Soy una solitaria empedernida, carente de pasión, amor, hambre a ratos y sueño algunas noches. Hoy, hoy el sueño ha empacado sus cosas y se ha ido. Escucho silbar los primeros pájaros del día.

miércoles, diciembre 04, 2013

Solitario

Portrait of Silvana Cenni (1922). Felice Casorati

Quien está solo
Entiende más algunas canciones
Más ciertos poemas,
Pero entiende todas las noches de luna llena.
Quien está solo,
Hasta el punto de sentir 
Una melancolía sin llanto
Y el día sin mañana,
Recuerda vicios olvidados.
Sin embargo,
Quien está solo,
Entre personas y sus sombras,
Ama con un amor bruto
E inmaduro.
He ahí lo hermoso de un solitario enamorado
Que te ama pura y naturalmente.


viernes, noviembre 29, 2013

Álter Ego

Ena and Betty, Daughters of Asher and Mrs. Wertheimer
- John Singer Sargent

El que se despierta antes que suene el despertador, el que no lo escucha. El que pita cuando el semáforo cambia a verde, el que se asusta cuando escucha el pito. El que pide sopa en el almuerzo, el que pide seco nomás. El que pasa por el puente, el que cruza la calle. El que camina a la tienda, el que va en bicicleta. El que toma leche en caja, el que toma en bolsa, el que la prefiere en polvo. El que se peina con los dedos o el que usa peineta, el que no se peina. El que desayuna con tinto, el que come frutas, el que nada come ni toma. El que lee el periódico a las 6am, el que le echa una ojeada en la noche. El que pide vino tinto, el amante del blanco, el que prefiere una cerveza fría. El que lee libros, el que ve películas. El que anda en taxi, el que coge bus. El que besa primero, el que es besado. El que escribe con mayúsculas, el que no se le entiende lo que escribe. El que baila raro, el que no baila ni en la silla. El que reza por la noche, el que reza cuando se despierta, el ateo. El que cruza los dedos cuando jura, el que promete y no cumple. El que grita cuando hay gol, el que no sabe quién juega. El que sonríe primero, el que llora de último. El que cree en hadas y dragones, el que nunca creyó en el Niño Dios. El que dice Las dos y cincuenta y cinco, el que dice Faltan cinco para las tres’. El que canta en la ducha, el que se duerme en la bañera. El que saluda Buen Día, el que se despide Nos Vemos. El que contesta el teléfono rápido, el que no tiene teléfono. El que toma café con leche, el que toma té, el que toma chocolate, el que toma jugo de naranja. El que tira el papel en el suelo, el que lo guarda en el bolsillo. El que lo alumbran bombillas, el que prende velas. El que trota, el que juega baloncesto. El que pide huevos revueltos, el que pide huevos fritos. El que dice groserías, el callado. El que llora en el baño, el que caga en el bosque. El que paga completo, el que espera el cambio. El que es humano, el que deja de serlo bajo tierra.